Por Takiruna
Había subido y bajado del santuario una y otra vez, había recorrido todos sus recintos en busca de mi pequeño colibrí, mi mente racional me impulsaba a buscar por horas a este sabio guardián observando cada rama y sobretodo cada flor a mi paso… muy rendido me puse a descansar y luego meditar, luego abrí los ojos en absoluta calma y para mi suerte y felicidad algunos colibríes multicolores aparecieron rasantes delante mío. Era un espectáculo verlos danzar en el aire, tal vez siempre estuvieron allí y al principio mi propia mente me negaba verlos. Lo cierto es que esto me trajo una enseñanza… que es algo como que el propio colibrí me hablara dentro de mi corazón: DEJA DE BUSCARME Y ME ENCONTRARÁS.
Esta pequeña lección me permitió aquietar mi corazón en sincronía con mi ave de poder y determinar que el guardián del santuario no se ha ido, que siempre está allí y si queremos verlos pues tenemos que dejar de buscarlos. Gracias pachamamita.
Fuente: www.takiruna.com
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