BUSCANDO AL GRAN MAESTRO
Autor: Arnaldo Quispe
El maestro Tata Satu recibió al nuevo discípulo al pie del Apu, este sin embargo con su apariencia de mendigo pasaría como incógnito y no haría mención de su posición no sin antes conocer el corazón de su futuro discípulo.
El maestro le preguntó –¿qué estás buscando acá?, el alumno al verlo viejo y decrépito le respondió –no creo que te interese anciano, pero vengo desde muy lejos en busca de un gran maestro que vive en la cima de ésta montaña. El maestro insistió una vez más – pero, ¿cómo sabes que es un gran maestro?. Al cual el jóven inexperto respondió –me han dicho que sólo él conoce la verdad, la pureza y el conocimiento y yo creo que sólo con él podré lograr mi aprendizaje, con nadie más. El maestro apenado le preguntó una vez más –pero cómo y tus padres, tus animales, tu propio corazón, los árboles y la naturaleza no te enseñan las cosas del universo. El alumno ofendido respondió sarcásticamente –yo quiero sólo el conocimiento puro, la verdad y la luz, eso es lo que he venido a buscar, apártate del camino viejo inútil que debo pasar.
El maestro desilusionado respondió, –será mejor que regreses por donde viniste ya que ese gran maestro no te va a recibir, sin que antes tu sientas en el fondo de tu corazón que hasta el animal más indefenso o hasta las personas más viejas o pobres enseñan siempre algo.
“La pureza del conocimiento es un artificio de la mente humana, el conocimiento se adquiere desde la inteligencia del propio corazón, los maestros sólo son guías externos, no protagonistas. Los verdaderos maestros son portadores de la luz, no pretenden monopolizar el conocimiento, encerrarlo en una caja de chocolates, el maestro da de sí, crea reflexión, trasmite, pasa, deja que el agua discurra y siga su curso. El verdadero maestro se encuentra en uno mismo, muchas veces dormido, otras veces somnoliento, pero cuando despierta, la persona se ilumina desde su interior”. Concluyó.
Fuente: http://www.takiruna.com