LA RANA APLASTADA
Por Arnaldo Quispe
Los días de verano son largos, aún cuando los negocios cierran -como de rutina- a la misma hora, la luz del ocaso tarda en desvanecerse no sino hasta después de las 21 horas. Iba como cada día en mi auto manejando de Monforte d’Alba a Dogliani para ir a hacer mi guardia nocturna, con moderada velocidad y por un momento contemplé la despedida de la luz del día con fondo naranja y violaceo justo detrás de las montañas alpinas, era una vista muy peculiar, lástima que no tuviera una cámara en mano.
Más adelante en un tramo de la carretera en medio del bósque que une estos distritos, justo en la curva más cerrada divise una rana que cruzaba la pista dando pequeños brincos, en un reflejo de milésima de segundo pude apenas esquivar el coche para no aplastarla. Logrando mi objetivo y desviándome apenas por un pelo, noté para mi sorpresa y espanto que un auto venía a gran velocidad en sentido contrario. La luz alta del coche a mi encuentro la sentí penetrante y sentí esa extraña sensación de ver pasar mi vida por un segundo. Pero otro reflejo supremo e instintivo hizo que esquivase a tiempo y no impactara finalmente.
Es curioso como en un segundo la vida te puede traer cambios de gran magnitud, muchas preguntas pasaron por mi mente después. Pero para mi suerte no pasó nada excepto la experiencia del susto. No sé si en el futuro tenga similar suerte, y no creo que una rana menos cambie la historia del mundo. Soy respetuoso al extremo con los animales, los cuido y no me permitiría quitarles la vida, pero en estos casos, ¿qué podría hacer si lo que está en juego es el riesgo de la propia vida?. ¿Qué harías tú en mi lugar?.
Fuente: http://www.takiruna.com
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