EL CÓNDOR Y EL ZORRO
Autor: Arnaldo Quispe
La vida en las montañas andinas se desarrollaba muy normal, hasta cuando las parihuanas migrantes trajeron la noticia que lluvias provenientes de la costa, provocarían una gran inundación. Por tal motivo, los seres vivientes de las alturas fueron convocados a la gran asamblea del reino animal. Los representantes de las aves grandes y pequeñas se hicieron presente, llegaron los felinos de las alturas, los líderes de los auquenidos, de las vizcachas, zorros, serpientes y hasta mariposas de colores. Cuando tomó la palabra el rey puma de los Andes, les dijo a todos:
– Hay que salvar nuestras diferencias, una gran lluvia ha de llegar, por lo menos un tiempo de paz hay que respetar…
Los animales presentes estuvieron de acuerdo con la propuesta y cada clan debía protegerse convenientemente, la gran lluvia pasaría por las montañas dentro de dos días. Antes de terminar la reunión, el puma propuso enviar un emisario a la foresta donde viven los hermanos animales de la gran selva verde. Curiosamente los primeros en proclamar su solidaridad, fueron los animales más pequeños. Las vizcachas dijeron que con gran esfuerzo podrían llegar en dos días antes que la lluvia bañase el bósque tropical. Los colibrís propusieron llegar en un día y medio pero correrían el riesgo de morir congelados al tratar de cruzar las altas montañas. Luego las vicuñas tomaron parte y dijeron que con gran velocidad podrían llegar en un día. El propio rey puma ofreció cruzar las montañas en 12 horas.
El presuntuoso zorro tomó la palabra y con arrogancia aseguró que podría subir y bajar los grandes cerros en seis horas. Ninguno de los presentes le creyó. Lo cierto es que cuando la paciencia de la asamblea estaba llegando a su fin, tomó la palabra el rey de los cóndores, que con sabiduría dijo:
– Esta es una empresa de cóndores, dejad que nosotros hagamos este trabajo sin importar la hora. Confiad en nosotros.
Sin embargo, el zorro insistió con vehemencia al asegurar que por su agilidad sortearía grandes peñazcos y espinas, logrando llegar a la meta en corto tiempo. Motivo por el cual, partiría a la selva verde aún cuando la mayoría había elegido al gran cóndor de cuello blanco. Cuando la asamblea terminó el cóndor alzó vuelo y rápidamente se perdió en el horizonte andino, al igual que el zorro que desapareció entre el follaje de ichu.
El cóndor con gran maestría sorteó los vientos cálidos provenientes del gran bósque verde y en cuestión de pocas horas había logrado transmitir el mensaje a los animales de la selva. A su regreso, gracias a su aguda visión se percata que el zorro se encuentra atrapado y medio moribundo en una gran montaña blanca. El cóndor se acerca y le dice:
– Hermano estamos en tregua, ya hice los encargos, no tiene caso continuar. Si quieres te puedo salvar, pero tu cuello he de agarrar…
El zorro muy sobervio e incrédulo le responde:
– No te creo, seguro me vas a comer, además ya me falta poco para cruzar esta montaña y el verde de la selva he de encontrar.
El cóndor no insistió y alzó vuelo y solo regresaría luego de un rato, para ver si el zorro cambiaría de opinión. Grande fue su desconsuelo al ver al zorro muerto por congelamiento. Después de todo, el cóndor sin hacerse problemas regresaría muy tranquilo a su morada, con el almuerzo fresco en su gran pico, gracias a un zorro andino que más inteligente, fue presuntuoso y testarudo.
Fuente: http://www.takiruna.com – Arnaldo Quispe©
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