¿QUÉ ES EXACTAMENTE «LO ANDINO»?
Por Arnaldo Quispe
Semanas atrás cuando compartí el cuento “El Colibrí de Nazca”, alguno de mis contactos, supuestamente entendedor de la cultura andina replicó mi cuento como si se tratase de una teoría científica rebatible, como si la creatividad o el arte popular pudieran ser objeto de cuestionamiento cultural. Esto me permitió realizar una reflexión. Desde luego, demás está explicar que los recursos que nos ofrece internet o facebook en este caso permiten poner al alcance de un click al usuario más incógnito o desconocido, muchos usuarios de este modo adquieren personalidad propia mediante la web y de manera virtual participan activamente de esta gran comunidad globalizante. Es todo un derecho adquirido e indiscutible.
Las personas que de una u otra manera aportamos con nuestra experiencia y conocimiento muchas veces somos objeto de críticas de todo tipo, constructivas o destructivas, hasta insultos provenientes en algunos casos de jóvenes intolerantes, pero propios de una nueva generación cibernáutica o en el peor de los casos de personas, que lejos de aportar un granito de arena se dedican a modo profesional de descalificar a los demás. De hecho, las redes públicas admiten la crítica sea de una parte o de otra, son las reglas de juego, por ello la web es la suma de todas las expresiones virtuales, una ciber-cultura basada en el libre albedrío, con herramientas web dispuestas y al alcance de todos.
Con el pasar del tiempo, el empleo de los recursos de la web se ha vuelto parte de la vida, éstos nos permiten contactar con comunidades o redes sociales afines e identificar (evitar) aquellos contactos considerados no apropiados, que tendrán que buscar sus propios canales de expresión. En los últimos años los recursos de las redes sociales nos están permitiendo elegir mejor a nuestros contactos y hay mejores reglas en cuanto a la privacidad y la prevención de contactos indeseados. Amén por ello.
Pero este no es el caso de este relato-artículo. Lo que quería comentar y por lo mismo extender la respuesta a la pregunta de ¿qué representa “lo andino” en la actualidad?. Este aporte ha sido motivado precisamente por algunas de esas críticas que cuestionan el origen andino de mis cuentos expuesto con anterioridad. A mi modo de ver hay una masa crítica enorme que se mezcla, que crea confusión y miles de filosofias dispersas, que hoy a modo diverso apuntan a un solo objetivo entre los peruanos: la búsqueda de las raíces de la nación andina, el encuentro con la identidad nacional.
Hay posiciones de todo tipo, desde los más eclépticos y abiertos de pensamiento, hasta los más cerrados o fundamentalistas. Las primeras posiciones proponen en conjunto exponer la cultura andina y occidentalizarla con la onda de la modernidad, el liberalismo y la globalización. En este caso, todo lo que existe puede ser objeto del mercado, del capitalismo y turismo de masas. Las otras más cerradas apuntan a un nacionalismo reinvindicatorio en la toma de contacto con los valores culturales congelados desde hace 500 años, cuando el entero continente fué invadido por las potencias absolutistas europeas predominantes en aquellos siglos, lo cual implicaría recrear el tawantinsuyo como nación-imperio y a partir de allí, todas sus manifestaciones humanas.
Por mi parte y a modo personal, me permito exponer una tercera opción no tan encontrada, cauta y centralista. Que admite iniciativas de ambas partes pero que en fundamento intenta revalorar todos los recursos andinos pasados y presentes como un solo valor pan-andino universal. De este modo, lo andino sería la expresión y resultado de todo lo existente, sin exclusión alguna. Pero que tendría tres grandes fuentes históricas monumentales:
- EL LEGADO PRE-INCA. Por todos es conocido que antes del surgimiento del gran Imperio Inca, existían grandes focos de civilización previa que datan de 5000 años atrás. Desde Caral, Chavín, Paracas, Moche, Nazca, Tiahuanaco, Wari, Chachapoyas y los Chancas entre las más importantes. Estas culturas presentan un legado monumental innegable y sirvieron de base para la prosperidad del Imperio Inka. Son cuatro milenios de historia y presencia cultural Pre-Inca que los autores contemporáneos dividen en horizonte cultural temprano, medio y tardío.
- EL LEGADO DE LA CULTURA INCA. Los Incas son el punto de referencia por excelencia, son el perfeccionamiento de todas las manifestaciones culturales previas, forjaron un estado macro unificando gran parte del continente sudamericano, que comprende los actuales territorios de paises como Ecuador, Perú, Bolivia y parte de Colombia, Chile y Argentina. La capital fue Cusco (Qosqo), palabra quechua que significa ombligo, pues para los Incas el Cusco representaba el ombligo del Tawantinsuyo, es decir el centro de las cuatro grandes regiones del Imperio Inca. Se la considera con grado de civilización por sus avances en lo social, político-militar, estado, economía, comunicaciones, artes y religión. El apogeo Inka como cultura específica cuenta en su haber con tres siglos de expresión: desde el siglo XIII hasta su interrupción en el siglo XVI con la llegada de los españoles.
- EL LEGADO DEL ENCUENTRO CULTURAL. Con la presencia hispánica desde el siglo XVI ocurre una suerte de mezcla entre culturas, en donde la totalidad de elementos étnicos y sus manifestaciones entran en una fase de asimilación de un nuevo horizonte cultural, eso sí, sin dejar de lado el propio modelo de pensar, costumbres o expresiones andinas. El poblador andino pierde la hegemonía política-social del Imperio, este pasa a ser colonia y en adelante sería gobernado primero por la corte hispánica virreynal representada y luego por la aristocracia criolla descendiente en su mayoría de esa clase dominante. Desde la conquista del Imperio en el siglo XVI, se cuentan en adelante cinco siglos de influencia extranjera, de un proceso de transculturalización y sincretismo religioso, que hoy por hoy se manifiesta en paralelo fusionadas a las expresiones culturales autóctonas del poblador andino. Esa es la realidad actual guste o no.
En la actualidad, es común celebrar todo tipo de fiestas tradicionales andinas con la presencia de múltiples elementos, entre los cuales se contemplan celebraciones religiosas católicas oficiales y simultáneamente las creencias y respeto hacia la pachamama (madre tierra y del cósmos). El proceso de mestizaje llegó a su generalización final en cinco siglos de historia, entrecruzando linajes familiares de norte a sur, de sur a norte, de este a oeste y oeste a este, de canto a canto, con la consecuente adquisición de sistemas de identificación personal occidental, que comprende nombres y apellidos quechuas, aymaras e hispánicos. Es común encontrar apellidos (linaje) mezclados por una parte con Quispe, Mamani, Condorcanqui, Huamán de origen quechua, con apellidos originarios hispánicos como Dueñas, Castilla, Gonzales, Paredes, Reátegui, etc.
Si como nación actual, no somos capaces de perdonar las atrocidades del pasado, condenamos a nuestras futuras generaciones a vivir en resentimiento permanente. Estos tiempos son tiempos de reconciliación. No me imagino un estado que retroceda cinco siglos de historia para retomar aquello forjado por el Imperio Inca, para ello tendría que removerse la tierra una y otra vez, hasta restablecer una pureza cultural que el poblador andino tardaría otros cinco siglos en identificar. Esta posición quimérica e interesada de algunos líderes espirituales autodenominados herederos del linaje real inka, aleja las posibilidades de una comunión final de ideas, cultura y creencias. Me merece mucho respeto la creencia del retorno del Inca como estadista (Sapa Inca), pues eso se necesita precisamente para gobernar un país unido en territorio, pero dividido en intereses, prejuicios y apegos. Los mitos como Inkarri y el retorno del inka deben ser tomados como expresión de un simbolismo mágico-religioso que ayude a elevar el estado de conciencia y nivel cultural de un país como el nuestro. Apelo a ello, y soy un convencido que la tarea de orientar a las futuras generaciones con un lenguaje de paz, armonía y amor recíproco (ayni-munay), va de la mano con el Allin Kawsay (buen vivir) del poblador andino, que disfruta de su contexto aún en estados de pobreza material absoluta.
La tercera fuerza de resurgimiento del pensamiento andino implica en práctica reutilizar las enseñanzas y el legado histórico de todas las culturas hasta ahora existentes. Sin exclusión. Que permita que el poblador del Ande pueda hacer sentir su palabra, modo de pensar y ver el mundo, con la más amplia libertad. Y compartir así, su cultura tal y como le ha sido educada a nivel generacional. En occidente, hay una corriente de interés enorme en conocer las creencias, costumbres, rituales ancestrales y modo de vida de nuestros pueblos originarios. En este aspecto hay que ser cuidadosos en dar el conocimiento a personas que se ameritan aprender. Esto tiene que ver con el sentimiento de lo sagrado (Waca), por el cual muchos aspectos deben ser cuidadosamente reservados para mentes preparadas, de modo tal que en ceremonias en donde se ofrenda a la tierra o se cura, hay que observar que exista un cambio evidente de paradigma mental, el cambio en ese sentido con es una conversión o lavado de cerebro, sino más bien el entendimiento auténtico y holístico del contexto. Hay que evitar que personas inescrupulosas exporten los rituales y ceremonias de curación autóctonas con el conveniente interés de lucrarse por ello, la nueva era es un mercado mundial gigantesco alternativo que está moviendo múltiples recursos económicos. Hay que precisamente hacer que se garantice que los conocimientos místicos y tradicionales ancestrales se transmitan a personas que por reciprocidad entendemos que lo van a utilizar en bien de la humanidad. Por ello, declaro abiertamiente que existe una tercera fuerza que busca la armonía, el perdón y el bienestar muy lejos de la división, el apego y la falta de amor. Por ello, hermanos hay mucho por hacer, pero todo comienza con el primer paso. Este primer paso ya se ha dado.
Fuente: http://www.takiruna.com
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