Por Arnaldo Quispe.
Una mañana de lunes un maestro paqo andino se sentó en la puerta de su casa a esperar a sus nuevos alumnos de curanderismo, cuando llegó el primero este se presentó y de inmediato preguntó por los costos de la enseñanza. El maestro Don Satu le dijo que solo necesitaba una mula y que antes de aceptarlo como alumno debía de llevarle una como ofrenda.
Este aspirante de nombre José se fue a buscar una mula pues tenía dinero suficiente en los bolsillos y estaba seguro que podría comprar la primera mula que encontrase en su camino. A cierta distancia se cruzó con el otro aspirante de nombre Abel que dicho sea de paso iba montado de una mula. José le dijo a Abel que el maestro Satu era muy exigente, pues solo aceptaba dinero, motivo por el cual le ofreció comprar la mula por 500 soles. Abel algo contrariado aceptó finalmente la oferta.
Luego del trueque el comprador se fue feliz montado de la mula, pero en una pendiente la mula frenó bruscamente y el jinete cayó en la profundidad de un abismo encontrando la muerte. Horas más tarde Abel sin saber lo sucedido encontró a su mula en el camino, aunque extrañado por la suerte de José, decidió continuar el paso para dar con su futuro maestro. Al llegar Tata Satu le dijo que lo estaba esperando y que en buena hora que traía una mula pues iba a necesitarla para las faenas diarias de la chacra, por ello muy contento le dió la bienvenida sin mayores preguntas.
Luego de dos años, Tata Satu le dijo a Abel que su labor de aprendiz de paqo había terminado, que ya nada más podía enseñarle, pues Abel conocía y podía manejar el arte de curar y hasta hablar con los apus andinos. Le dijo además que podía llevarse la mula porque le pertenecía y que su trabajo en la chacra era el ayni o reciprocidad por su aprendizaje, al final Abel regresó por donde vino con su mula, con dinero y con conocimiento de la pachamama, para poner en práctica en su vida diaria.
Fuente: http://www.takiruna.com
Que sabio este cuento de la mula…Encierra muchas pero muchas enseñanzas: «No le hagas a tu hermano lo que no quieras para ti»… el bien siempre reina. «Amaos los unos a los otros como a ti mismo».
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Gracias Adriana, una mula puede cambiar el destino de la humanidad, como el cuento transmite y tu bien lo describes al final los errores se pagan.
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