CUANDO PASE EL TEMBLOR
Por Arnaldo Quispe
«Nadie me vió partir, nadie me espera… hay una grieta en mi corazón, un planeta con desilución»… son algunas de las letras de un Soda Stereo de los años ’80s. Creo que como muchos jovencitos de la época nos identificamos con sus letras y su música hasta el cansancio, casi de modo adictivo. Soda era de día como de noche. Con todas las frases que se ajustaban al momento y a cada desilución. Eran los códigos de la época, códigos que viven dentro de nosotros. Por eso sentimos que fue importante en una época de nuestras vidas, en lo personal fue compañía en la nostalgia y en el cambio de piel de una serpiente llamada Arnaldo, un paso decisivo que da apertura a la juventud. Soda fue la época mágica de la adolescencia, de los cambios hormonales y el crecimiento de la barba… es allí donde lo ubico y allí que vive en nosotros.
Hoy que Gustavo ha partido a la otra vida, se vienen a nuestros recuerdos fragmentos de sus canciones, rápidamentemente pasan las canciones favoritas, aquellas infaltables en las fiestas, los toques románticos y la música especial para el viaje de vacaciones. Pasan por mi memoria las intangibles como «nada personal», «cuando pase el temblor», «persiana americana», «juego de seducción», «signos» y muchas otras más, pero sobre todo una en particular que me hizo suspirar más de una vez por ese amor imposible cuyo sueño no maduró en la realidad, me refiero a «trátame suavemente».
Recuerdo que la música de Gustavo Cerati, Charly Alberti y Zeta fue motivo de ir a verlos, contra viento y marea, ahorrando de las propinas para alcanzar una entrada popular. El año ’86 todos los jovencitos sodamaniacos como yo nos reunimos en el Amauta y luego de largas colas nos entregamos al delirio que produce ver, sentir y cantar en frente de los ídolos las propias canciones favoritas. Nunca más los volvería a ver, pero la entrega fue total. Al final unos exhaustos pero satisfechos fans comenzaron a regresar a sus casas a seguir escuchando más música de estos pelucones argentinos.
Que entrega, que contagio, que algarabía vienen a mi memoria de ese concierto, a decir verdad el mejor que he podido presenciar en todo mi vida. Mucha emotividad, mucha electricidad y endorfinas, con un espectáculo que transporta a un momento muy especial, anclado como para nunca más olvidar. Soda fue parte de mi juventud maniaca, cambiante, vital, abriéndose paso en su propio camino, estos somos nosotros los de esta generación sodamaniaca de los ’80s.
Yo les agradezco a estos pelucones argentinos, de lo mejor en los años ’80s. Particularmente no los seguí en los ’90s. porque ya estaba en otro ciclo, cerrando uno abriendo otro, aunque continuaron sus éxitos ya la generación de adolescentes pasó a la universidad y estudiar para probar suerte en otras fases más serias. Por mi parte los ’80s tienen esa característica de despunte del rock en español y nadie negará que Soda Stereo jugó un rol central en esa purificación cultural. El rock en español comenzó a escucharse y hacerse competitivo en el propio mercado, cambiando cánones y monopolios de música enlatada de otros idiomas. La gente quería entender la música, quería cantar la música, la gente quería sentir la música. Y eso fue Soda Stereo… sentir la música con pases mágicos.
Hoy Gustavo se ha ido físicamente, aunque vivirá en sus canciones y en el recuerdo de las experiencias que cada uno de nosotros experimentó con esas canciones, cada canción nos trae la imagen de un lugar que pasamos, de una persona que conocimos, de un momento mágico que viene a nuestra memoria. La música se trata de eso, pues nos fija en un momento muy especial, uno muy dorado que vive dentro de nosotros marcando ciclos importantes de nuestra vidas. GRACIAS TOTALES GUSTAVO!!!
Fuente: http://www.takiruna.com
«Trátame suavemente» (videoclip):
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