De acuerdo con un informe emitido por la Organización Mundial de la Salud, entre un 70 % a 90 % de la población acude a hierbas o técnicas milenarias de sanación para curar sus enfermedades. O sea, cerca de 5 mil millones de personas recurren a un tipo de medicina cuyos principios se van transmitiendo de generación en generación, sin que se hayan probado, hasta ahora, sus efectos curadores.
Antes de la globalización, nadie discutía el derecho de los chinos de enseñar la acupuntura en sus escuelas de medicina ni el de las poblaciones mestizas de América Latina de atribuirle poder a un sinnúmero de plantas. Pero en los últimos años, estas prácticas se han comenzado a abrir paso en el mundo industrializado y con ello ha aumentado la preocupación de la ciencia. En 1990, el 33,8 % de los norteamericanos usaba terapias alternativas, como la reflexología, la quiropraxia, productos herbales o la yoga; siete años más tarde esta cifra subió a 42,1 %. Lo mismo hacen el 49 % de la población australiana y el 15 % de la canadiense, en busca de una solución a enfermedades como los lumbagos, dolores de cabeza, depresiones y adicciones a las drogas, que la ciencia tradicional aún no es capaz de resolver.
Similar ha sido el crecimiento de la industria: productos herbales, suplementos alimenticios y terapias, como el reiki, mueven en los Estados Unidos US$ 21 mil millones al año y en Chile, los productos herbales US$ 80 millones, según estimaciones de la Cámara de Industria Farmacéutica.
Ante este nuevo megamercado, la falta de pruebas se transforma en un problema y su regulación en una necesidad. Esto, porque a medida que la medicina alternativa crece también aumenta el número de «charlatanes» o productos que venden propiedades ficticias. Tanto en Europa como en Estados Unidos, los profesionales dedicados a las terapias alternativas reciben licencia para ejercer y en este último país, la Oficina de Medicina Alternativa de los Institutos Nacionales de Salud adquirió este año el estatus de centro de investigación y su presupuesto subió de US$ 20 millones a US$ 50 millones. En Chile, no existe nada similar. El Departamento de Medicina Alternativa del Ministerio de Salud, creado en 1992, recibió presupuesto sólo en 1995 para financiar proyectos y no hay ningún tipo de reglamento que controle a los 10. 000 terapeutas alternativos que ejercen en el país, según estimaciones oficiales, como acupunturistas o quiroprácticos (ver recuadro).
La preocupación de la ciencia ante este nuevo escenario se ve reflejada en la última publicación de la prestigiosa revista de la Asociación Médica Americana (Jama, Journal of the Medical Association). Hace un año hizo un llamado para que los investigadores de todo el mundo enviaran sus estudios clínicos en el área. Se recibieron más de 200 y luego de una revisión, se seleccionaron 80 que fueron difundidos en los 10 journals de la asociación. Jama reproduce seis de ellos y, para sorpresa de muchos incrédulos, sí hay resultados positivos para la medicina alternativa.
Un equipo de investigadores liderados por Alan Bensoussan reclutó entre 1996 y 1997 a 116 pacientes de hospitales y clínicas australianas que padecían de colon irritable, al igual que entre el 10 % y 20 % de la población mundial. Los dividieron en tres grupos: 43 de ellos recibieron una fórmula china herbal estándar que se usa desde hace siglos en ese país contra la enfermedad; 38, una prescripción individualizada, y 35, un placebo (compuesto sin propiedades terapéuticas). El 59 % de los sujetos que tomó la fórmula estándar mejoró, según el reporte de los médicos.
También lo hizo el 40 % de quienes recibieron la prescripción individual; mientras que sólo el 20 % de los pacientes que consumió el placebo registró mejoría.
El síndrome de túnel carpiano es una dolorosa enfermedad de origen laboral causada por la compresión del nervio medio de la mano y muñeca, tras movimientos repetitivos. Sólo puede aliviarse con yeso y antiinflamatorios, cirugía o simplemente cambiando de ocupación (los más afectados son los que escriben sobre un teclado). Por eso es que un grupo de investigadores de la Universidad de Pennsylvania decidió probar el yoga. Evaluaron a 42 sujetos, divididos en dos grupos: uno fue tratado durante ocho semanas con yoga, y el otro, con un yeso. El dolor disminuyó en el primero en 2,1 puntos (en una escala del 1 al 10) y en 0,9 punto, el segundo. Además, los sujetos que practicaron yoga mejoraron en un 25 % su capacidad de apretar la mano en comparación con el 6 % del grupo de control.
El palmito fue otra de las hierbas que pasó la prueba. En el siglo 15 a.
de C. en Egipto se describió por primera vez su uso para tratar los síntomas de la hiperplasia benigna prostática o inflamación de la próstata, que afecta actualmente al 40 % de los hombres mayores de 70 años. Sus síntomas son una disminución en el calibre y la fuerza del chorro de orina, aumenta la latencia (período entre que la persona se dispone a orinar y efectivamente lo logra) y se presenta goteo terminal.
Un equipo del Hospital de Veteranos de Minneapolis decidió determinar la eficacia de esta planta en estudios realizados a través de los años. En total, revisaron 18 investigaciones hechas entre 1966 y 1997, que involucraban a 2. 939 pacientes. En su mayoría, éstas comparaban el uso de un extracto de la planta del palmito con fármacos tradicionales o con placebo. Pese a que quienes ingirieron el extracto de palmito y el fármaco experimentaron la misma reducción de síntomas, los efectos secundarios marcaron la diferencia: el 4,9 % de los individuos que tomó el medicamento tradicional presentó impotencia; contra sólo el 1,1 % de quienes consumieron el extracto.
La cuarta investigación que da cuenta de atributos positivos se refiere a la acupuntura y específicamente sobre su efecto en corregir la posición del feto. A partir de la semana 32, el feto se coloca cabeza abajo y se mantiene en esa posición hasta nacer. Pero ello no siempre ocurre, lo que puede traer riesgos de asfixia en el bebé durante el parto o la inducción de una cesárea. Desde hace siglos, la medicina china tiene su propio remedio: se queman ciertas hierbas y se colocan en el punto de acupuntura ubicado en la uña del quinto dedo del pie, técnica conocida con el nombre de moxibustión. Para ver su eficacia, el doctor Francesco Cardini y su equipo la aplicaron a 130 mujeres chinas con 33 semanas de embarazo, mientras un número igual recibió cuidados de rutina, pero ningún tratamiento. El 75 % de los fetos en el grupo de la técnica china cambió su posición después de la primera semana de tratamiento, en comparación con el 48 % del grupo de control. La conclusión de los médicos es que la técnica puede ser usada extensivamente porque no es invasiva, es de bajo costo y fácil de ejecutar, incluso en casa.
Otro estudio -publicado en la sección cartas del journal- aclara dudas respecto a los posibles efectos secundarios de la acupuntura. Entre éstos, figuran la septicemia, neumonías y lesiones espinales, según investigaciones realizadas hace varias décadas. Sin embargo, médicos de la Clínica Tecnológica de la Universidad de Tsukuba, en China, registraron las complicaciones derivadas de 55. 291 tratamientos con la milenaria técnica china entre 1992 y 1997. No se reportó ningún efecto secundario serio, como los que se habían descrito antes, sino que sólo sensación de malestar pasajera, sangramiento leve, agujas olvidadas o hipotensión. En opinión de los médicos, ello refleja que, de haber daños mayores, se deben sólo a la negligencia o falta de preparación de los acupunturistas.
Claro que los estudios anteriores no aseguran que la acupuntura sea eficaz para todos los casos. En la misma edición de la Jama, se publica una investigación sobre el uso de esta terapia contra la neuropatía, una de las complicaciones derivadas del Sida. Se trata de un cuadro de dolor, ardor y picazón en la zona de la médula espinal y que afecta al 35 % de los pacientes infectados con VIH. Después de examinar a 150 enfermos que recibieron la terapia, un antidepresivo comúnmente usado para tratar dicha dolencia y un placebo, los médicos encontraron que no había diferencia entre los grupos que habían recibido uno y otro tratamiento con los de placebo.
Tampoco la quiropraxia manifestó resultados positivos en el tratamiento de los dolores de cabeza de tipo tensional: 26 hombres y 49 mujeres participaron en este estudio que duró 19 semanas en Dinamarca: la mitad de los pacientes fue tratado con masajes profundos y de articulación en la cervical; el resto sólo con masajes superficiales a modo de placebo.
Pero ambos experimentaron la misma disminución progresiva de los dolores de cabeza a medida que avanzaba el tratamiento. Y cuando un placebo tiene el mismo efecto que un tratamiento, entonces, este último no es válido.
La revista alerta también sobre el uso indiscriminado de la hierba valeriana, conocida por sus propiedades sedativas. Se cita el caso de un hombre de 58 años con una historia de enfermedades coronarias e hipertensión y que por años se había automedicado el producto cinco veces al día. Sin embargo, debió suspenderlo para hospitalizarse. Al día siguiente experimentó taquicardia, disturbios mentales y un requerimiento cada vez mayor de oxígeno. No era consumidor ni de alcohol ni de drogas, por lo que los médicos concluyeron que, como la valeriana inhibe una enzima encargada de regular el sistema Gaba (que controla el equilibrio entre los neurotransmisores), se produjo un síndrome de privación similar al que se desarrolla con las benzodiazepinas.
El popular ácido hidroxicítrico -presente en la mayoría de los productos para adelgazar que se comercializan con las propiedades de «modelar el cuerpo»- tampoco demostró ser efectivo, según reportaron investigadores de la Universidad de Columbia y del hospital St. Lukés Roosevelt. En éste, participaron 135 hombres y mujeres con sobrepeso que tomaron placebo o ácido hidroxicítrico durante 12 semanas. Además, se les dio una dieta baja en calorías y rica en fibras y ejercicios físicos. Pero ambos grupos experimentaron la misma baja de peso (cercana al 42 %), por lo que ésta fue atribuida a la dieta y ejercicios y no al ácido hidroxicítrico.
Para tomar en cuenta
Pese a que las denuncias por malas prácticas en medicina alternativa son menores a las que se dan en la medicina tradicional, el Centro Nacional para la Medicina Complementaria y Alternativa, dependiente de los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. , recomienda tomar ciertas precauciones a la hora de decidirse por alguna de estas terapias.
– Considerar la seguridad y eficacia de la terapia. Esto es preguntar qué efectos secundarios puede tener, bajo qué condiciones se realizará, cuáles serán los beneficios y en qué plazos se producirán.
– Chequear la idoneidad del terapeuta. Pedir certificados de estudios y/o licencia para ejercer la actividad. Consultarle si ha tenido experiencia con la patología por la que se le requiere. En ese caso, se recomienda hablar con los pacientes tratados anteriormente.
– Informarle al médico tradicional sobre el uso de terapias alternativas.
Sólo el 35 % de quienes recurren a la medicina complementaria, se lo informan al médico.
– No mezclar fármacos tradicionales con terapias o productos alternativos. Los efectos pueden ser contraproducentes.
Por Carmen Gloria Ramos y Elizabeth Simonsen.
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