El sendero mágico y los curanderos de la selva amazónica – relato

EL SENDERO MÁGICO Y LOS CURANDEROS DE LA SELVA AMAZÓNICA

Por Arnaldo Quispe

La ciudad de Tarapoto de la Región San Martín, es una bella ciudad ubicada en la selva occidental de la cuenca amazónica, considerada como la puerta de ingreso hacia el oriente peruano, su posición estratégica ha permitido su rápido crecimiento económico y demográfico. Por razones del destino tuve la fortuna de trasladarme y vivir en Tarapoto desde comienzos del nuevo milenio, gracias a que fuí contratado como psicólogo en un centro piloto de rahabilitación de toxicodependientes, lo novedoso de ese centro era el uso de los recursos de la medicina tradicional amazónica en todas las fases del proceso de tratamiento de los pacientes provenientes de todo el mundo. Mi presencia en ese centro me permitió conocer desde dentro el arte de tratamiento chamánico de diversos curanderos y el uso que le dan a las plantas medicinales de la Región.

Más que centro de trabajo era un centro de aprendizaje, era un abrir constante del vademecum de plantas medicinales disponibles, era una tarea que exigía atención y precisión. El equipo terapéutico conformado por médicos, psicólogos, enfermeros, y asistentes terapéuticos, era constantemente capacitado por profesionales voluntarios, psicoterapeutas, terapeutas y masajistas provenientes de Europa, pero principalmente de origen francés, dada la procedencia francesa del médico director del centro. La presencia permanente de maestros curanderos era para mí el punto medular en el aprendizaje de la medicina tradicional. El centro establecía convenios con los principales maestros curanderos de la Región, que aseguraba la permanencia de estos para las todas las sesiones con plantas, dietas, ceremonias con plantas maestras y curaciones individuales. Sin duda alguna era un privilegio vivir rodeado de hombres y mujeres de medicina en lo profundo de la selva peruana.

Luego de varios años de haber participado como psicólogo y responsable de la coordinación terapéutica del centro de toxicómanos, tuve el agrado de ganar un concurso público para conformar en equipo de capacitadores sociales de los proyectos de Infraestrura de Foncodes y el Banco Interamericano de Desarrollo, para lo cual tenía que realizar innumerables viajes en el interior de la Región de San Martín, lo cual me permitió conocer a fondo la realidad local, su gente e ideosincracia, sus costumbres, folklore y hábitat. En tres años tuve a mi cargo seis proyectos de capacitación social. Mis constantes viajes para adentrarme a lo largo y ancho de esta frondosa vegetación amazónica me permitió obtener la información y aprendizaje necesario sobre los usos de medicina tradicional y las plantas maestras por parte de maestros curanderos auténticos y autóctonos. Era la oportunidad que estaba esperando y ello completó mi motivación interior de hacerme de un sendero de luz al que he llamado “sendero mágico”.

La imagen alentadora que tenía del curanderismo amazónico desde que años atrás viví en la Selva de Pucallpa se completó esta vez con las experiencias en la Selva de San Martín. El panorama de la cosmovisión amazónica se amplificó y con ello consolidó las iniciaciones realizadas. A diferencia de lo que se piensa los auténticos maestros curanderos son personas humildes, muy amables, hospitalarios y siempre dispuestos a ayudar. Juan Flóres uno de los maestros asháninkas con el que compartí muchas experiencias una vez me dijo: “todo alumno cuando comienza debe cultivar cuatro principios del curanderismo, humildad, respeto, honradez y compasión”. Sus sesiones de ayahuasca me inspiraban precisamente estos valores mencionados por su propia voz. Desde entonces es una línea guía en mi accionar personal. Desde luego, uno puede incoporar otros principios, pero esta combinación en lo particular centra mi accionar y cordura, que se debe tener para no extralimitarse ni cometer errores cuando se practica el arte chamánico de la curación.

La experiencia en la selva fue por demás gratificante y enriquecedora, los amigos que conservo en la memoria son numerosos, muchos pacientes y alumnos –con los cuales mantengo aún contacto- aún recuerdan los granitos de arena ofrecidos en mis años tarapotinos, toda una experiencia de vida trascendente que vivirá por siempre en dentro de los linderos del corazón.

Fuente: http://www.takiruna.com

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