El colibrí de Machupicchu (relato)

colibri de oro 1EL COLIBRÍ DE MACHUPICCHU

Por Arnaldo Quispe

Había visto colibrís en mi último viaje a Tarapoto. En la catarata de Ahuasiyacu vi uno de color verde, con una doble cola larga, pero cuando apenas quise sacar la cámara para fotografiarlo, este ya se había desvanecido. Era genialmente rápido y volaba de flor en flor como si se tratase de uno capaz de ejercer un dominio total de las leyes de la naturaleza. Este colibrí sin embargo lo ví luego que pasara horas observando el bosque esperando la llegada de algún ejemplar. Curiosamente llegó cuando ya no lo esperaba y estaba hasta desprevenido.

Con su presencia adquirí el valor de entrar en las aguas heladas de la waca sagrada, este era la catarata purificadora que producía en su trayectoria de caída de agua tal fuerza térmica, que hacía congelar el entorno y alzar una brisa muy fina que impedía la visión por igual. Detrás de la caída de agua había un pequeño espacio formado por la erosión, que permitía dar el salto al vacío y alcanzar las purificadoras aguas del cerro La Escalera. Salté tres veces hasta dominar mis propios miedos y el frío que penetraba hasta mis huesos. Mi acto de valor me dió la tranquilidad en el alma y agradecí al espíritu del colibrí por darme la bendición para con la prueba realizada.

Cuando la semana siguiente viajé a Cuzco y luego Machupicchu sentí una fuerte sensación de estar rodeado de la energía de esta ave sagrada andina. Pregunté a un guía del lugar sobre la presencia de colibrís en el entorno y este me dijo, que prácticamente eran ausentes desde algunos años atrás, esta situación obedecía a la presencia de turistas principalmente, por lo cual el pequeño colibrí sería obligado a mudarse a bosques más profundos o a montañas en donde la mano del hombre no hubiese contamindado el entorno. Esa era la explicación del guía de montaña.

Dentro de mí seguía sintiendo esa fuerte impresión que tal vez podía encontrar uno en mi camino hacia la subida a Huayna Picchu tal vez o en alguna parte del santuario, como ello no ocurrió me dije a mí mismo que a lo mejor el guía tenía la razón y no tendría el privilegio de tomar contacto con mi animal de poder: el colibrí mágico de oro. Luego fuí ganado por la curiosidad de conocer todos los rincones de las ruinas de Machupiccchu, por ello caminé por el sendero que me conduciría al puente Inca y luego de firmar el control de presencias pude observar con mayor plenitud aquellos inmensos precipicios y enfilados pasos, que la mano del hombre Inca había sabido dominar en armonía con el ambiente natural. Era impresionante el camino Inca y el puente era una obra monumental de ingeniería que sorprendería a propios y extraños por su precisión y el reto que conlleva a la propia gravedad.

Cuando medité en una roca observando el panorama montañoso, me conecté con los espíritus protectores de las montañas y pude relacionarme en mi visión con mi animal de poder el colibrí, como si el dialogo se tratase de una invocación, de tal manera que cuando abrí los ojos un colibrí verde-oscuro estaba en frente de mis ojos y esta vez lo tenía tan cerca y calmado que hasta me permitió tomarle una linda fotografía. Fue maravilloso que lograra extraer alguna señal viviente al regreso de mi viaje de visión, claramente sentí que al haberlo convocado este me miró y voló de tal modo que pude reconocer su poder esencial dentro de mi corazón.

Este colibrí verde-oscuro es para mí el guardián de la montaña sagrada de Machupicchu, su presencia bendijo mis acciones y plegarias a la madre tierra, tuve la energía para continuar por el sendero que me había trazado, que desde el comienzo había sido bendecido por la pachamama en cada paso dado. Mi colibrí me dió además los mensajes de la madre tierra, aquellos que debo aplicar en el año que se viene y que dicho sea de paso van a servir para concentrar algunas acciones, que luego permitirán mayores contactos con el mundo exterior. Entendí que tengo una misión de por medio y que el camino comenzado lo debía continuar y hasta terminar, como pensando seguramente en mi interior: «termina lo que has comenzado».

Fuente: http://www.takiruna.com

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