LAS CARICIAS Y SU VALOR AGREGADO
Por Arnaldo Quispe
Las caricias son una forma de comportamiento humano, que se basan en el intercambio afectivo del organismo con el medio ambiente. Eric Berne creador del Análisis Transaccional dijo: “Si no te acarician se secará tu espina dorsal.” Se basó principalmente en las investigaciones de Spitz sobre la privación sensorial en la edad infantil y sus consecuencias en la edad adulta. El ser humano tiene una gran necesidad de ser estimulado, de ser aceptado, querido, valorado, importante para el desarrollo de su autoestima. Es evidente que los estímulos sensoriales, afectivos y sociales provocan respuestas gratificantes desde el nacimiento, en un proceso normalmente recíproco y constructivo del yo personal. Las caricias crean el sentido auténtico de la autoestima, de la propia valoración original, cuyo reflejo proviene del espejo interior.
Las caricias psicológicas de Berne, pueden ser clasificadas como físicas, afectivas, sociales y espirituales. Ejemplos de caricias tenemos: un cálido apretón de manos, los besos, un abrazo afectuoso, una mirada de aprobación, un “te quiero”, “te recuerdo con mucho cariño”, los elogios, escuchar con atención, las afirmaciones positivas o un “cuenta conmigo”. Son de mil maneras y mil tipos.
Acompañar en el dolor a quienes nos necesitan o no ser indiferente ante el problema del otro, son una forma potente de dar caricias en el momento oportuno. Lo importante es no tardar mucho en brindar el contacto afectivo y la comunicación afectiva luego de una pérdida, duelo o enfermedad.
Si con el pasar del tiempo de deja de lado la practica de la estimulación sensorial o afectiva (caricias), llegan las consecuencias reveladas en apatía, resentimiento, frialdad y baja autoestima, Berne hablaba de “hambre de caricias”. La decisión de retomar el lado afectivo humano pasa por conductas tan simples como comenzar a abrazar a quienes “supuestamente” amamos, besar a nuestros seres queridos, agradecer por las cosas simples que nos regala la vida (pachamama), elogiar los logros de las personas cercanas, retomar el contacto con viejos y estimados amigos o ir de paseo en contacto con la naturaleza. Las cosas simples de la vida tienen su propio secreto y misterio pues son a veces las cosas más urgentes por hacer, las que llenan y le dan color a la existencia.
“Lo urgente no deja tiempo para lo importante”, decía Confucio.
Fuente: http://www.takiruna.comA
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