
MI ENCUENTRO CON DON ALEJANDRO
Por Arnaldo Quispe
Todo llega en el momento justo… cuando tiene que llegar. La consciencia cósmica según mi punto de vista se encarga de sincronizar los eventos y personas que resuenan de acuerdo a nuestro estado de consciencia. Mi encuentro con Don Alejandro Apaza ha sido uno de esos momentos cumbres de mayor sincronicidad de estos últimos años y desde luego vale la pena compartir la experiencia.
Acerca del maestro… me encontraba al corriente de su trabajo y presencia dentro de la tradición espiritual andina desde hace ya unos 20 años. Es uno de esos maestros que normalmente se encuentran de gira por el mundo, porque viene invitado por numerosos grupos que aprecian el misticismo andino. Grupos de todos los colores e idiomas. En un momento sabes que se encuentra en Suiza, en otro que ha pasado por Alemania o Inglaterra.
En alguna oportunidad me contacté con gente que le organizaba los eventos en España y la persona encargada, al parecer era solo una representrante del amplio engranaje de personas que organizan estos tours… me dijo que acogería mi solicitud de información y consultaría con los organizadores si podían ofrecerme los datos de primera mano. Expliqué dicho sea de paso que era compatriota de Don Alejandro y que personalmente era ya un iniciado y guía de numerosos grupos.
La respuesta fue contundente, pues me hicieron saber que por motivos de organización y para efectos de proteger prácticamente sus intereses, no era conveniente alcanzar ninguna información de contacto con el maestro de manera directa, me dieron otros motivos menos válidos inclusive y deduje que no era por esa puerta que debía tocar, ya que al parecer no se había entendido bien el tenor de mi solicitud de contactar al maestro directamente. Entendí que había un muro bien alto y decidí no tropezar más con ese muro por así decirlo. No insistí más.
En otra oportunidad escribí una carta (email) a un grupo de Lima que de manera continua realiza eventos con Doña María Apaza, dado que doña María y Don Alejandro son hermanos, pues consideré que era posible que pudieran darme una pista de como contactar con el maestro. Nunca recibí una respuesta y entendí que tampoco era la puerta que debía tocar.
Es por este motivo, que desistí de mi idea buscar al maestro por un tiempo, aunque dentro de mi corazón sabía que iba a retomar el tema en cualquier momento. Una vez de retorno a Cusco, contacté con el maestro Q’ero Don Claudio Quispe para realizar unas ceremonias con mi nuevo grupo de Ñustas, éste al ser preguntado sobre el tema, me refirió que conocía la casa de Don Alejandro en San Sebastián, motivo por el que sentí alivio y me dije a mi mismo que si hay que lograr una meta en la vida se deben tomar decisiones de manera directa. De repente al regreso del viaje de Ausangate con mi nuevo grupo hubiera sido un momento propicio para dar con el paradero del maestro o por lo menos preguntar a los familiares por su información de contacto. Don Claudio me ayudaría en este propósito.
Cuando llegamos con el grupo a la localidad de Pacchanta alrededor de las 9 de la mañana, habíamos fijado comenzar el ascenso a las lagunas Otorongo de inmediato, no ibamos en este caso a detenernos en este centro poblado ni para desayunar ni para deleitarse de los baños termales. Nuestra movilidad descargó nuestras pertenencias y cada uno del grupo iba a llevar consigo un mínimo de carga debido a que lo más pesante sería transportado por los caballos y sus repectivos arrieros contratados para tal fin.
Lo que sucedió a continuación fue extraordinario, puesto que decidí tomar la iniciativa de llamar al grupo y comenzar la caminata. Fue en ese momento en que noté que Verónica -que era de las asistentes del grupo- hablaba con un señor con sombrero que se encontraba sentado a unos metros de distancia. Cuando observé bien de quién se trataba noté que era ni más ni menos que el maestro Don Alejandro Apaza.
Sinceramente no esperé ni un segundo para darle el alcance y presentarme. Luego hablamos por un momento y muy gustoso acogió mi pedido de darme su información de contacto. Me dejó una gran impresión, con gran sentido del humor y actitud de apertura. El encuentro era como si se trataba de dos personas que ya se conocían de años. Era curioso que buena parte de mi trabajo y el libro Inca Healing -inclusive- versan sobre el tipo de enseñanza que este señor ha realizado durante toda su vida. Es un maestro «Chumpipaq’o» especializado, el único que yo sepa es sobresaliente por las enseñanzas e iniciaciones que ofrece. Un tipo con el que vale la pena realizar una nueva iniciación y/o organizar proyectos de intercambio cultural por ejemplo con mis grupos.
De este modo, el gran espíritu se ha encargado de establecer este puente de amistad de manera directa, es decir sorteando el muro de los intermediarios. Este encuentro me ha dejado un sabor alegre sobre la posibilidad de realizar convenios en adelante con Don Alejandro. Lo he notado además sereno y con una gran voluntad de trabajar con algo en común. Gracias Ausangate, Gracias Pachamama.
Fuente: http://www.takiruna.com
