LAS LÍNEAS SON SAGRADAS, NO SE TOCAN
Por Arnaldo Quispe
En esta última semana Greenpeace enciende el horno de la crítica de parte de la opinión pública peruana y mundial, con la osada incursión nocturna de parte de un grupo de activistas con la finalidad de hacer notar un slogan a un costado del geoglifo del colibrí, que dicho sea de paso es parte principal del complejo de las líneas de Nazca. Si en algunas ocasiones las acciones de Greenpeace parecían hasta justificadas y encontrar resonancia de parte de la gente, este acto sacrílego encuentra hasta la fecha desaprobación y rechazo hasta de sus propios e inmediatos admiradores.
Este lamentable suceso puede ser comparado con la destrucción de un ángulo de la piedra sagrada conocida como Intihuatana (Machupicchu), que como bien sabemos fue en el año 2000 en momentos en que se filmaba la publicidad de una empresa cervecera local. Por desgracia una pesada grúa cayó sobre la piedra provocando daños irreparables en la piedra Intihuatana, algo que fue calificado en su momento como un atentado a uno de nuestros más insignes patrimonios culturales e históricos. La rotura de la piedra no ha podido ser reparada y ahora luego de 14 años de ocurrido el accidente el hecho parece haber quedado en el olvido y el diseño de la piedra luego del impacto viene aceptado como tal por raro que parezca.
Las imágenes demuestran que hubo un trabajo planificado y premeditado por parte de esa organización ambientalista
No puede pasar por alto igualmente que Hiram Bingham luego que redescubriera Machupicchu a principios del siglo pasado, que se llevara todo el botín cultural e histórico a la Universidad de Yale, patrimonio que consistía en miles de piezas arqueológicas de invaluable valor histórico. Las piezas solo han comenzado a devolverse en estos últimos años, luego que el estado peruano demandara judicialmente a esa prestigiosa universidad.
Esto nos invita a reflexionar sobre conservar nuestros patrimonios culturales e históricos como si se tratasen de un bien preciado, en tomar medidas de seguridad y control eficaces a fin de prevenir sucesos como el ocurrido en el Intihuatana y que hoy se repite en las Líneas de Nazca.
Imaginemos por un momento: ¿qué ha podido pasar por la cabeza de estos activistas?. Es probable que todo haya surgido por una iniciativa errónea, en un momento equivocado y sobre todo en un lugar inapropiado, a lo que se suma un asesoramiento poco profesional. Greenpeace asegura que el ingreso a la zona de las lineas contó con el asesoramiento de un profesional en arqueología, probablemente haya sido así, lo que no deja de sorprender es la incapacidad moral de este profesional en no advertir de las consecuencias que pudiera generar una incursión nocturna dentro del santuario de geoglifos.
Los daños irreversibles se cuentan sobre todo no porque hayan modificado el diseño del colibrí que dicho sea de paso se conserva a través de milenios de años de historia, aún a costas del tiempo, del clima, del sol, el polvo y viento. El daño visible según expertos, visto desde el aire cuenta con la marcación de una nueva línea artificial en las inmediaciones del geoglifo del colibrí, que no sería otra cosa que los pasos nocturnos de los activistas de Greenpeace, probablemente en un ir y venir para dejar reposar el slogan en la parte inferior del pico largo del colibrí, un slogan que por cierto pasa inadvertido al encenderse el horno de la crítica, esta vez muy necesarias y hasta oportunas.
Algunos acomedidos, de aquellos «laissez faire» que hoy no faltan, reprueban vagamente la actitud del grupo ambientalista y concentran las críticas en el pueblo peruano, pues se asegura que era previsible si el lugar no cuenta con vigilancia ni cuidados que merece un patrimonio cultural, además estos sujetos refuerzan sus dardos en desconcentrar los hechos, afirmando que hay asentamientos humanos próximos a la zona de las líneas o que hay carreteras que cruzan y cortan a mitad el santuario histórico, como que da la sensación que todo pasa, que todo ocurre sin control ni reglas y por lo mismo que se puede esperar sino dejar en el olvido este nuevo incidente.
Como buen sabemos Greenpeace es un grupo ambientalista fundado en Canadá en la década de los años ’70, probablemente uno de los motivos de su gran popularidad obedece a sus estrategias de protesta «in situ», sumado a sus acciones intrépidas y estratégicas -sobre todo- para llamar la atención de la opinión pública mundial. Si uno revisa los documentales de Greenpeace por las redes sociales encontrará adeptos enfrentando pasivamente el ataque de petroleras o gigantescos barcos de pesca, en otras colocando pancartas o carteles en lugares impensados.
A mi modo de ver este es un caso que no debe quedar en el olvido, se deben realizar las investigaciones específicas del caso e identificar a los responsables sobre todo aquellos intelectuales, es decir a aquellos desde donde parte la idea de este repudiable suceso. Esta vez es el propio grupo que debe reconocer su error, de reconocer ciertos fanatismos dentro de sus propuestas que llevan a cometer excesos -por increíble que parezca- en contra de lo que supuestamente defienden. La idea no pasa por encerrar tras las rejas a los responsables, pero si resulta oportuno solicitar indenmizaciones económicas (puesto que se trata de un grupo ambientalista pudiente), fondos que en el mejor de los casos pudieran pasar directamente a beneficiar el cuidado de la zona de las lineas, financiar investigación arqueológica o presupuestar la vigilancia con personal contratado de modo permanente.
Fuente: http://www.takiruna.com
Se pone el grito en el cielo por Greenpeace y los propios peruanos están destrozando y haciendo corrupción de su propio patrimonio…en fin…. https://www.youtube.com/watch?v=mwR0MD9lFSs
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Que ponemos el grito en el cielo o no no es importante, cada evento que daña este o cualquier patrimonio cultural debe ser visto por separado y resuelto conforme va sucediendo, no compartimos la idea de que por que esto ocurre así… debe seguir siendo así que apunta a tolerar, dejar pasar, dejar hacer, dejar venir… Ciertamente el asunto de los asentamientos humanos alrededor de las líneas de Nazca es preocupante, de hecho no es un asunto nuevo y han habido muchos casos similares a lo largo y ancho del territorio peruano. El crecimiento sociodemográfico es un fenómeno no solo peruano, pero que en el mejor de los casos se previene y se resuelve dialogando proponiendo respuestas realistas a las necesidades concretas de un lugar donde vivir.
Ten la seguridad que nosotros los peruanos no destrozamos ni hacemos corrupción de nuestro patrimonios cultural, que nos da identidad, presencia y autoestima, si tuvieras una idea de como cuidamos piedra por piedra los santuarios ubicados en Cuzco, Puno, Kuelap, Pachacamac o Caral tendrías una idea de como cuidamos nuestro patrimonio cultural. Probablemente esto es poco comparado a la educación en el cuidado del patrimonio cultural que se realiza en las escuelas en donde esto servirá más aún para afianzar la labor de promoción y prevención sostenible de todos los recursos.
Greenpeace que acepte su responsabilidad y que se comprometa a no dañar patrimonios culturales e históricos en Perú y en el mundo. Es hora que acepten que a veces el fanatismo conduce a errores de interpretación. De hecho todos hemos admirado alguna vez sus actos intrépidos y vehementes enfrentándose a barcos petroleros, mercantes y de pesca, pero esta metida de pata no puede pasar por alto y si hay responsabilidad civil o penal que sean las autoridades que lo determinen por una cuestión de justicia y de sentido común. Igualmente gracias por tu breve comentario.
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