Autodisciplina para crecer en lo concreto

Autodisciplina para crecer en lo concreto

Por Psic. Arnaldo Quispe

“Terminaré de leer aquél libro”, “aprenderé finalmente inglés”, “ahorraré lo suficiente para poder viajar en mis vacaciones”, “ayunaré este domingo”, “bajaré unos kilitos y llegaré a mi peso ideal”, “practicaré meditación todas las mañanas”. Son muchas situaciones que requieren una buena dosis de voluntad ciertamente. Algunos no tienen dificultades en seguir los pasos para concretar un objetivo, otros sin embargo renuncian a mitad del camino. ¿De qué depende que algunas personas tengan una voluntad firme y otras no?, ¿se requiere solo de buena voluntad para lograr los objetivos?, ¿dónde nace la voluntad?, ó ¿si es útil tener voluntad como puedo incrementarla?. Son preguntas cuyas respuestas nos permitirían dar con la clave de resolver un sin fin de problemas.
La psicología es una de las ciencias que mejor responden a estas inquietudes, el presente artículo brinda algunos tips que pueden dar pistas útiles en ese sentido. Recordemos que la psicología es la ciencia que estudia el comportamiento humano y las funciones mentales superiores. Todo lo humano excepto las funciones mentales y la espiritualidad interior son comportamiento, es decir actos, la vida está llena de actos, hechos y estos se suceden uno y otro como una suerte de cadena interminable, de una manera individual y colectiva. La reiterada repetición de conductas forman los hábitos, estos se forman desde temprana edad y de ello va a depender la fuerza de voluntad. Se sabe hoy en día que la mejor etapa para educar una firme voluntad es en la edad infantil. En la niñez se forman las bases para una voluntad fuerte y sana, y esto se logra con algunos pasos indispensables. Son modelos de comportamiento que deben repetirse de manera constante, ciertamente con un rango de flexibilidad evitando una educación rígida, para no olvidarse del juego, la fantasía y la creatividad infantil.
Para educar la voluntad a temprana edad se debe educar el sentido del órden. El órden es una virtud humana que debe inculcarse desde los dos a los cuatro años aproximadamente, pues a esta edad se abre la puerta neuronal-cerebral del aprendizaje pertinente (a este espacio de tiempo los psicólogos y educadores le llaman “período sensitivos”, es decir el momento justo para asimilar un concepto a medida). El órden es el fundamento de la armonía interior. He aquí la clave más remota de una sana voluntad: EL ÓRDEN. Hasta los tres años el niño tiene que haber aprendido tres hábitos básicos: Higiene, Sueño y Alimentación. Para ello requiere de horarios que tengan que cumplirse de manera ritual para asimilar el concepto de órden. Con la naturaleza del órden el niño aprende a organizarse en el tiempo, a cuidar y ordenar sus cosas y a asimilar las pautas más adecuadas en el vestir, andar o hablar.
El aprendizaje de la obediencia es otro de los puntos claves de educación de la voluntad. Implica hacer lo que se dice, porque quién lo dice tiene autoridad para hacerlo. Se obedece a la autoridad y sobre todo cuando esta última es clara, sensata y constructiva para el niño. Hay reglas de oro para educar la obediencia que funcionan de una manera natural, la primera: la obediencia sirve y es útil cuando acarrea un bien para el que obedece. La segunda, ser muy claros en lo que se pide y tratándose del período infantil pues es mejor “mandar” poco y en cosas concretas. La tercera regla nos invita a educar con el ejemplo y brindar afecto sincero aún cuando se le exíja al niño realice sus tareas y deberes.
Los padres hoy en día realizan una educación familiar espontánea y de “sobrevivencia”, generalmente el exceso de trabajo, estrés y falta de comunicación impiden un seguimiento de estas virtudes humanas iniciáticas. Las consecuencias de no educar la voluntad a temprana edad se hacen visibles cuando tenemos niños caprichosos, hiperactivos, distraidos y desordenados. Normalmente un alto porcentaje de estos niños sin voluntad son fácil presa (grupo de mayor riesgo) de conductas indeseadas o adictivas. Sin una buena voluntad los niños cuando adolescentes son víctimas de las llamadas enfermedades de la voluntad, que se traducen en comportamiento viciado, aprendizaje del fumar, del beber, del mentir y robar, iniciándose sexualmente a temprana edad, entrando en el juego compulsivo, en la bulimia, la anorexia y el pandillaje.
La voluntad tiene que ver con el esfuerzo, con el desear, querer o decidir. Una voluntad sana y fuerte impulsará acciones positivas. Una voluntad débil y poco estimulada dará lugar a acciones indeseables.
La voluntad es la capacidad de querer, de realizar una cosa, de tomar una decisión, de esforzarse para lograr un objetivo y la tendencia al bien. Por ello será necesario echar una mirada y educar la voluntad de nuestros hijos a temprana edad.
La autodisciplina es un concepto que en la edad juvenil y adulta caracteriza a quienes desarrollan fuerza de voluntad desde temprana edad. La autodisciplina esta ligada a la disciplina personal, para consigomismo. Una autodisciplina en armonía permite crear hábitos saludables y ser fuerte ante las tentaciones y conductas patológicas. En esta edad la voluntad pasa a llamarse comúnmente motivación y en adelante esta será la base de la autodisciplina. La teoría de motivación más común es la de A. Maslow que propone una jerarquía de necesidades que impulsan la conducta humana, comenzando de los motivos físicos, pasando por los emocionales, sociales y en la cúspide de esa jerarquía -a lo que llamó pirámide- los motivos trascendentes. Las personas adultas estarían pasando el umbral de las necesidades físicas, ingresando al espiral emocional y social. El camino trascendente estaría sujeto al logro de la satisfacción de los primeros escalones de la pirámide. Trascendencia implica espiritualidad, iluminación y armonía interior.
La autodisciplina no es un juego, es una cualidad de una correcta autoestima. Presenta técnicas y varios modelos de reorganización si no se cuenta con la base de la estimulación de la voluntad desde temprana edad. Educar a un adulto se llama reeducación, el reto de hacerlo pasa por crear nuevos hábitos y romper paradigmas mentales que no serían tarea nada fácil. La psicología ofrece terapias comportamentales (del comportamiento) y cognitivas (de la mente) para alcanzar ciertos niveles de entrenamiento en motivación. La motivación no es un producto de farmacia, no viene en píldoras, jeringas, drogas, vitaminas o bebidas. La motivación en la edad adulta exige reeducación si no se cuenta con la base. En ese sentido el tipo de motivación que presenta mayor fuerza y consistencia es la motivación intrínseca o simplemente interior, a diferencia de la extrínseca o exterior. Se dice que la motivación interna nace de dentro, desde alguna parte psíquica interna y es espontánea y personal. Adquiere fuerza de ley para el propio sujeto quién se afirma en sus propios objetivos, metas y logros. La motivación externa es temporal, viene de afuera, de una ayuda externa, dura poco en el arco del tiempo, por que la persona no lo siente como suyo. Es útil en momentos de confusión y ayuda en parte a crear el motivo personal.
Contar con una autodisciplina explica porqué las personas logran o no sus objetivos en la vida. Explica el porque muchas personas renuncian a sus propias metas, sintiéndose culpables, incompetentes y poco valorados. Cuando la persona renuncia a sus propios objetivos y metas, deja también de lado “el vivir su propia vida con sus propios zapatos”, cayendo en lo que se llama “saco sin fondo o roto”, siendo arrastrado por las fuerzas de gravedad y de la masa que vive de acuerdo a como evolucionan los demás.
La autodisplina es uno de los puntos claves del poder personal, del éxito y de una vida en equilibrio, en armonía con la sociedad, pero sobre todo en armonía consigo mismo. El camino de vida tiene un propósito claro y trascendente cuando la persona escucha su interior y los designios de su propia voluntad.

Fuente: http://www.takiruna.com

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