Ayahuasca: La empatía con el chamán

AYAHUASCA, LA EMPATÍA CON EL CHAMÁN

Por Arnaldo Quispe

Las ceremonias rituales de ayahuasca que se realizan en la cuenca amazónica presentan  un contexto tradicional de base que se ha enriquecido con la influencia de otras prácticas etnomedicinales propias y extranjeras. El “contexto” es el conjunto de elementos que normalmente se encuentran presentes en las ceremonias tradicionales enteógenas: el chamán, el ambiente, la ayahuasca, el ritual y el convidado. El chamán es el maestro de las plantas, que puede en algunos casos particulares ser reemplazado por un practicante experto o terapeuta de plantas sagradas. El ambiente natural de una ceremonia corresponde a la naturaleza misma de la planta: la Amazonía. En este caso, el ambiente podría modificarse pudiendo realizarse ceremonias fuera del contexto amazónico cuando se garantice principalmente la hoja de vida y trayectoria sensata del chamán. La ayahuasca es el elementos esencial para cuya prepararación se ha invertido mucha energía, tiempo y dedicación. Esta debe proceder de recursos humanos estrictamente confiables. El ritual es esencial e implica el “modus operandi” de una experiencia, que en este caso presenta un esquema simple: el antes (dieta y preparación del convidado), el durante (gestión y tecnología del chamán) y el después (integración de la experiencia). El convidado es una persona que presenta una motivación especial, que en términos chamánicos corresponde a un “llamado espiritual” por parte de las plantas maestras, esta persona en particular desea lograr elevados niveles de conciencia y realizar diferentes experiencias de introspección, que le permitirán conocer la matrix del dolor físico o emocional.

La empatía en términos terapéuticos es la relación de confianza entre paciente-terapeuta. Esta relación se sustenta en la autenticidad de las partes, en los sanos principios y valores del terapeuta (parte expectante sana). En psicoterapia se requiere de un contrato terapéutico para proteger esta relación de confianza a fin que tenga propósito para el cliente o paciente. El terapeuta es una persona calificada con habilidades, experiencia y conocimiento que goza de reputación y solidez moral, sin la cual difícilmente un paciente podría animarse a realizar terapia o simplemente confiar su vida privada. La confianza es un elemento clave en psicoterapia y aún más en las relaciones familiares, conyugales, parentales y amicales.

Del mismo modo, en las ceremonias con plantas sagradas como la ayahuasca, la confianza con el chamán –que asume el rol terapéutico- es un elemento clave en las sesiones. Es difícil imaginar una sesión de trance profundo sin la presencia de una persona guía o de soporte. Como bien sabemos, en momentos en que el trance es profundo y el convidado está pasando por un momento de extrema sensibilidad, en donde probablemente se encuentra con los canales energéticos abiertos e influenciable por el ambiente externo, resulta de factor clave la presencia del cuidador o chamán que lo ayuda a afrontar, superar y restablecer la noción de la realidad. En esos precisos momentos en que la persona se encuentra vulnerable y con mucha debilidad, los masajes, maniobras corporales, cantos (icaros), sopladas, sonajadas (shacapeadas) y el habla mismo del maestro ayahuasquero, hacen posible que la persona encuentre un aliado muy fuerte que le permite continuar su viaje personal con singular éxito. La ayuda del maestro llega cuando tiene que llegar, en el momento justo y el convidado así lo siente. La presencia del maestro es fundamental para realizar un viaje sano, adecuado y con propósito.

En momentos en que se pasa dificultad en las sesiones con plantas sagradas el rol que desempeña el maestro o chamán resulta clave para reequilbrar el paso de la experiencia enteógena a lo cual llamamos trance. El trance es en período en el cual por medio de la influencia de experiencias extremas o la ingesta de plantas de poder los convidados realizan su viaje de exploración de conciencia, un paso que corresponde con la espiritualidad o esencia de la vida. Esta toma de contacto es una rica experiencia de introspección que permite lograr diversos niveles de autoconocimiento y adquirir un poder personal vinculado al desarrollo de habilidades dormidas pero potenciales, como la intuición, la visión, la anticipación, la agudeza y la precisión. La toma de contacto con la visión interior inunda de creatividad y de imaginación a la persona que bien podría decirse tiene todo el derecho de lograr estados ampliados de conciencia. Numerosos artistas plásticos, músicos o de literatura, han elevado su potencial creativo con la ingesta de plantas maestras.

En el desarrollo de la experiencia de trance extático se identifican variables sobre las cuales el convidador, chamán o terapeuta realizan una labor de soporte que brinda la garantía y seguridad de realizar un viaje de competencia, de calidad y gestión visionaria. En momentos cuando las plantas hacen efecto visionario, la labor de desprendimiento y atención personalizada permiten una experiencia muy rica que comienza a cobrar sentido y valor medicinal por parte del convidado. Las mejores experiencias de toma de plantas se realizan precisamente individualmente o con grupos pequeños que permitan que el chamán logre desplazarse y atender de la manera más eficaz y oportuna a cada participante.

En las sesiones con ayahuasca el llamado “mal viaje” es una experiencia fuerte, dolorosa, en donde la persona sobrepasa el mundo de las visiones, por el cual –probablemente- las plantas ejercen una función tóxica antes que terapéutica. El mal viaje corresponde a una pequeña sobredosis que puede ser controlada por un chamán experto. Pero por sobre todo debe prevenirse anticipadamente con una adecuada selección de maestro, ceremonia y contexto en general. Una labor importante preventiva puede permitir que el chamán ayude oportunamente al convidado a afrontar el llamado mal viaje. Los convidados refieren mal viaje cuando se sientes invadidos por figuras antropomorfas o zoomorfas, que luego identifican como demonios y animales de aspecto monstruoso. En otros casos, podrían ser tolerados con una adecuada guía algunos episodios psicóticos temporales de deformación de la realidad, de inversión de roles, de escenificación de sucesos que la persona no logra relacionar, ni mucho menos integrar con la vida de vigilia, situaciones que en el mejor de los casos -con un adecuado acompañamiento- podrían ser fuente de oportunidad (autoconocimiento) antes que amenaza (huída de la salud).

Sin la presencia de la persona de soporte, del maestro de las plantas, terapeuta o chamán que goce de la reputación, experiencia y conocimiento, es poco probable que sean factibles experiencias enteógenas de calidad o de trance extático. Ciertamente el viaje es personal desde el momento en que uno decide participar en una ceremonia y todo cuanto suceda tiene un alto matiz subjetivo: miedos, angustias, estrés y dolor. La labor del chamán convidador es esencial para ayudar a que la persona se sienta segura y protegida cuando las circunstancias así lo requieran.

Fuente: http://www.takiruna.com

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